La Ética Protestante y el espíritu del otorongo
La “robacable”, el “comeoro” y el “azucargate”, no son más de lo mismo que hemos vivido en los últimos años. Un nivel de corrupción que establece sus formas y conductas desde el espacio político y se expande a toda la sociedad. Pues si ministros, congresistas, alcaldes, presidentes regionales, jueces y todas las demás especies públicas lo practican, ¿YO por qué no? ¿O me sobra la plata?.
Ser corrupto se ha vuelto un valor preciado por muchos peruanos para arrancarle al “bien común” lo que no les pertenece y gozar beneficios de lo que creen es el derecho por ser más
vivo que los demás.
Desde años atrás las comisiones de ética del Congreso han servido de una especie de “purgatorio”, donde se lavan las penas hasta que la opinión pública se olvidaba del tema o se
cansaba de esperar al menos un castigo al culpable. Era la ética del otorongo,
donde todos se cuidan las espaldas frente a la indignación de muchos de nosotros.
Pero la indignación y la necesidad de mayor justicia no son poco fértiles, generan
giros que pueden dar un marco de comportamiento diferente. Hoy un pastor evangélico, es Presidente de la Comisión de Ética y enfrenta el gran reto de avanzar bajo los principios cristianos o sucumbir frente al negocio político.
El pastor Humberto Lay llegó a ser Presidente, no tanto por sus virtudes sino por la necesidad social de levantar alguien que sea diferente y marque una ruta de dignidad. El país necesita encontrar señales éticas de vida en todos los planos de nuestra realidad.
Hoy al Pastor intentan acusarle, amedrentarle, ponerle piedras y taparle la boca. Y es que
ser honesto en el Perú puede ser incómodo para los corruptos y hasta peligroso
para sus intereses.
Hoy me levante con ganas de decirle al país que si podemos cambiar, que si podemos tener otro tipo de autoridades. Que si podemos construir un futuro respetable a nuestros hijos.
Vamos Humberto.
Ser corrupto se ha vuelto un valor preciado por muchos peruanos para arrancarle al “bien común” lo que no les pertenece y gozar beneficios de lo que creen es el derecho por ser más
vivo que los demás.
Es un espíritu que se enlaza con almas ávidas de poder y que con más poder se vuelve temible. De allí Lord Acton en 1887 diría “Power tends to corrupt, and absolute power corrupts absolutely” El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente.
Por ello el Congreso se volvió un espacio deseado. No ciertamente por sus remuneraciones, menos aún por amor a la patria, sino porque allí se concentran los grandes negociados, los lobbies millonarios, las leyes con nombre. Y entonces no vale ponerse “cabe”, hay para todos, “otorongo no come otorongo”.
Desde años atrás las comisiones de ética del Congreso han servido de una especie de “purgatorio”, donde se lavan las penas hasta que la opinión pública se olvidaba del tema o se
cansaba de esperar al menos un castigo al culpable. Era la ética del otorongo,
donde todos se cuidan las espaldas frente a la indignación de muchos de nosotros.
Pero la indignación y la necesidad de mayor justicia no son poco fértiles, generan
giros que pueden dar un marco de comportamiento diferente. Hoy un pastor evangélico, es Presidente de la Comisión de Ética y enfrenta el gran reto de avanzar bajo los principios cristianos o sucumbir frente al negocio político.
El pastor Humberto Lay llegó a ser Presidente, no tanto por sus virtudes sino por la necesidad social de levantar alguien que sea diferente y marque una ruta de dignidad. El país necesita encontrar señales éticas de vida en todos los planos de nuestra realidad.
Hoy al Pastor intentan acusarle, amedrentarle, ponerle piedras y taparle la boca. Y es que
ser honesto en el Perú puede ser incómodo para los corruptos y hasta peligroso
para sus intereses.
Hoy me levante con ganas de decirle al país que si podemos cambiar, que si podemos tener otro tipo de autoridades. Que si podemos construir un futuro respetable a nuestros hijos.
Vamos Humberto.
Trabajemos por un Perú digno, justo y solidario.
JORGE MARQUEZ CHAHU
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