Aquí no pasa nada

De Peru 21

Autor: Fritz Du Bois
Han transcurrido tres días desde la lamentable tragedia en Bagua y va quedando claro que, al igual que en el caso de la paupérrima performance de nuestra selección, aquí no pasa nada.

El día de ayer tuvimos horas de vacíos monólogos en la Comisión de Defensa del Congreso, y no se obtuvo ninguna claridad de cómo pudo haberse llegado a tan dramáticos hechos. Ni los ministros del gobierno ni los congresistas de la oposición que apoyaron el paro estaban dispuestos a aceptar que se equivocaron. Lo más cerca que estuvimos de escuchar una genuina confesión fue cuando Yehude Simón dijo que se sentía culpable por la muerte de los policías, al haber pedido que no fueran excesivamente armados. Pero, luego, afirmó que otros eran los responsables, y hasta allí llegó el único intento por hacer un acto de contrición.

Por otro lado, en el campo nacionalista no hay reflexión ni remordimiento alguno sobre su activa participación en todos los sucesos. Con ellos no va ese concepto tan extraño de asumir responsabilidad. Ese concepto tampoco va con el Sr. Pizango, quien ya se asiló en la embajada de un país del ALBA con clima tropical. Hubiera sido muy incómodo para él tener que soportar el frío y la altura de La Paz, así que ahora puede disfrutar de un caluroso exilio.

Mientras que las dos congresistas que lo ayudaron a fugar seguían desafiantes y campantes ayer, sin que exista entre sus 'otorongos' colegas del Parlamento la menor intención de sancionarlas.

Es claro que vamos camino al intento de hacernos olvidar una desastrosa operación policial por parte del sector Interior. Asimismo, a esconder el fracaso de todo el costoso aparato burocrático de conciliación y de solución de conflictos. También se buscará barrer debajo de la alfombra la incompetencia del Congreso, que tuvo ocho meses para solucionar los decretos y ni siquiera se reunió. Igualmente, se rehúsan a aceptar su complicidad todos los congresistas que fueron parte activa del paro y de la asonada. Finalmente, ya evadieron su responsabilidad los dirigentes nativos.

Al final del día, un episodio que ha enlutado al menos a 33 familias pasará al olvido sin haber aprendido lecciones y sin que nadie se haga responsable por sus acciones. Después se preguntan nuestros políticos por qué están en el último lugar en la confianza de la población.



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